Las situaciones de la vida cotidiana y las experiencias de la vida
diaria de los niños, conforman el punto de partida a partir del cual los
individuos aprenden y construyen su conocimiento. Partir de experiencias
cotidianas, como cocinar, y aprovecharlas para llevarlas al aula, puede
convertirse en una actividad muy enriquecedora que fomenta el desarrollo
integral de todos los niños y niñas.
Trabajar la cocina en la escuela puede surgir como un proyecto
en sí mismo o como una actividad más de otro proyecto pero, en cualquier
caso, debe tratarse de una experiencia que parta de los intereses, necesidades
y deseos de los alumnos, y donde todos sean tenidos en cuenta
independientemente de las características de cada uno.
Cuando hablamos de “cocinar en el aula”, no nos referimos a jugar a las
cocinitas de manera simbólica, sino a actividades que impliquen que los niños y
niñas cocinen de verdad, con un sentido y con una finalidad.
Se trata de una actividad que tiene como principales objetivos trabajar
la alimentación,
hacer que los niños se sientan protagonistas y partícipes durante todo el
proceso, fomentar las actitudes de colaboración, cooperación y trabajo
colectivo, entender el error como paso necesario para aprender, y tomar
conciencia de la importancia que tiene la organización y la estructuración de
una serie de pasos o instrucciones para poder elaborar una determinada receta.
Gracias a esta actividad, se pretende que los niños tomen conciencia de
la importancia de los hábitos de higiene, de salud y de consumo, así como de la
estimular el interés por la comida sana y por los hábitos saludables.
Con esta dinámica, estamos
demostrando la importancia que tiene la experimentación, la manipulación y el
juego a la hora de construir un conocimiento mucho más reflexivo, complejo y
razonado. Elaborar
recetas, investigar el proceso de las comidas y cocinar de manera real,
permite que los niños se vayan familiarizando con los diferentes ingredientes,
con los utensilios necesarios, y con determinados conceptos y cualidades.
Se trata de una actividad
globalizada (donde se trabajan las matemáticas, las habilidades comunicativas y
orales, las ciencias sociales y naturales, la motricidad...) que fomenta el
desarrollo integral de todos los aspectos y habilidades: motrices,
comunicativas, afectivas, cognitivas, sociales…., ya que la experiencia permite
incita a los alumnos a experimentar, investigar, probar, equivocarse, elaborar
normas de manera consensuada, prever los posibles resultados y buscar
soluciones de manera creativa.
¡Dejemos el miedo a mancharnos
las manos y hagamos con nuestros niños y niñas proyectos y actividades reales
que partan de la vida cotidiana!